Si haces scrol en nuestra cuenta de Instagram verás que, cuando empezamos, Calamoon no era lo que es hoy.
Nació como un concepto distinto, casi experimental, pero con el tiempo hubo algo que no pudimos ignorar: la enorme falta de marcas de baño que realmente pensaran en todas las morfologías corporales.
Nos dimos cuenta de que muchas mujeres seguían sintiéndose fuera de la moda, como si sus cuerpos no tuvieran espacio en ella.
Y ahí entendimos que nuestro proyecto tenía que transformarse… y convertirse en ese lugar donde todas pudieran sentirse cómodas, representadas y libres.
Y cuando descubres que lo que haces sirve para algo más grande que una marca, todo cobra sentido.
Porque saber que ayudamos a otras mujeres a sentirse bien en bikini —a mirarse al espejo sin juicio, a disfrutar del verano sin esconderse, a reconciliarse con su cuerpo— es lo más satisfactorio y bonito que hemos creado nunca.
Es ese tipo de impacto que te remueve por dentro y te recuerda por qué empezaste.
Así nació Calamoon tal y como lo conocemos hoy: una marca que no pretende moldear a nadie, sino adaptarse a todas.
Una marca que apuesta por la talla única porque los cuerpos no son matemáticos. Que apuesta por modelos no profesionales porque la realidad es mucho más bonita que cualquier catálogo perfecto.
Que apuesta por la sostenibilidad porque queremos un futuro donde las mujeres —y el planeta— estén mejor cuidados.
Calamoon es, en esencia, un acto de amor: hacia nuestras amigas, hacia nuestras madres, hacia nosotras mismas y hacia todas las mujeres que alguna vez se han sentido incómodas en su propio cuerpo.
Y, sobre todo, una promesa: la de seguir creando bikinis que celebren la diversidad, acompañen los cambios y nos recuerden, verano tras verano, que cada cuerpo es válido.
Con amor,
Elisabet
Fotografía: @ariadnacarrascull
Texto: Elisabet García Alba (Co-founder @calamoon)
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